La patita de Mayo: (1) Accidente en la voladera

Bajé un día, como otro cualquiera, a arreglar la voladera y noté que algo extraño le pasaba a Mayo: no se movía de una de las esquinas superiores ni siquiera al acercarme a él. Pronto me di cuenta de que estaba atrapado: un hilo de alambre se había enredado en su pata. Subí a una escalera y lo constaté, y corrí a buscar ayuda. Finalmente lo descolgamos, con unas tijeras fuimos cortando los hilos y vimos el alcance de la lesión: tenía la patita rota y completamente hecha polvo. Al verlo tan mal e imaginar lo que debía de haber pasado ahí arriba enganchado quién sabe cuántas horas, no pude evitar echarme a llorar.

Lo metimos en una jaula auxiliar a la que quitamos la rejilla del suelo y lo subimos a casa. Aguantando las lágrimas pedí cita con la veterinaria de exóticos para aquella misma tarde.

 

Quizá mi reacción os parezca exagerada, pero para mí cada una de mis aves es como de la familia, y Mayo, junto con su pareja Lara, fue de los primeros agapornis que entraron en mi vida, fueron mi primera pareja, y probablemente Mayo ya no podría volver a la voladera junto con Lara... Pero en esos momentos lo importante era luchar por él. Luego ya veríamos.

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